El verde en la bandera mexicana representa la esperanza. Así como Marco Verde representa la esperanza de regresar a México a lo más alto de un podio en boxeo por primera vez desde 1968.
Esa esperanza está un paso más cerca de materializarse. Ya con la presea de bronce asegurada, el mexicano derrotó el martes 3-2 al británico Lewis Richardson en las semifinales de peso ligero luego de firmar una nueva remontada en su camino a la gloria.
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“Contento pero no satisfecho. Ganamos, pero ya quedó en el pasado y hay que enfocarse en lo que viene”, subrayó el oriundo del puerto de Mazatlán, en el noroeste del país.
Al igual que en su combate de cuartos de final, en el que tuvo que remontar para subir al podio, Verde llegó al tercer asalto abajo 2-1 en las tarjetas a pesar de dominar el segundo asalto. A diferencia de su pelea anterior, esta vez empleó más la cabeza y menos el corazón. Había demasiado en juego.
“Esta vez no tuvimos que salir a pelear a lo loco, a poner el corazón. Era una pelea más inteligente, eso lo sabíamos y eso fue lo que hicimos”, dijo aún bajo los efectos de la adrenalina. ”Siento que lo ganamos perfectamente, el tercer round. Llego a la esquina y digo ‘ganamos, esta pelea la ganamos, no me la pueden quitar’”.
La de Verde es la primera medalla para México en el boxeo desde la obtenida por Misael Rodríguez en Río de Janeiro 2016. Ahora le cambiará el color el próximo viernes cuando se mida al uzbeko Asadkhuja Muydinkhujuaev, quien minutos antes derrotó 3-2 al estadounidense Omari Jones.
El mexicano nunca se ha enfrentado a su próximo rival, estuvieron cerca de cruzar guantes en un torneo en España, pero el uzbeko tuvo que retirarse con la mira puesta en el clasificatorio, donde obtuvo su boleto a París. Ahora no hay vuelta atrás y Verde sabe bien lo que le espera.
“Hemos sabido que los uzbekos son rivales muy difíciles, siempre se han visto en torneos mundiales y eso, pero tengo buena esquina, tengo buena preparación”, subrayó. “Ya me ha tocado pelear con ellos, he perdido, no con él, pero con otros rivales. Va a ser una pelea más que nada de corazón y complicada”.
Sobre el cuello de Verde está ya la 14ta presea en la historia del pugilismo mexicano en los Juegos Olímpicos, la segunda disciplina que más medallas le ha dado a México en la historia, sólo superada por clavados (16).
El sinaloense se convirtió en el primer púgil mexicano en clasificarse a un combate por el oro desde que Héctor López Colín se colgó la plata en peso gallo en Los Ángeles 1984.
Ya es bastante tiempo, pero voy a calmarme, voy a dar todo y a disfrutar porque es el último combate y lo quiero disfrutar. Tal vez en su camino a la final, Verde también encontró una nueva táctica para combatir la ansiedad de subir al cuadrilátero.
“Venía durmiendo, porque la verdad estaba muy cansado”, dijo riendo. “Venía durmiendo porque había batallado para dormir y ahí me eché un sueñito. Ni pensé en nada”.
Llegó, subió al ring, ejecutó su plan de combate y anotó su nombre en la historia del pugilismo mexicano.
“Tal vez yo soy inspiración, pero a veces también a mi me gusta inspirarme de más gente” señaló Verde, cuyo padre, Manuel, también fue olímpico del cuadrilátero en Barcelona 1992. “Cada quien tiene sus propias batallas en el día a día y yo me estoy inspirando en esa gente”.